Bartolomé Esteban Murillo (1617 - 1682)
Por
lo general cuando se habla de armonía es para referirnos a una
característica de la música, pero el término tiene muchos significados
(musicales y extramusicales) relacionados de alguna manera entre sí. En
términos generales, la armonía es el equilibrio de las proporciones
entre las distintas partes de un todo, y su resultado siempre connota
belleza.
Hemos llegado a la mitad
Centramos
en el color esta quinta entrega de los “10 consejos para pintores
jóvenes”. Porque las pinturas están hechas de pigmentos. Por eso se
llaman así: pinturas. No importando si son realistas o abstractas.
Siempre ha existido el realismo (y seguirá existiendo) y de algún modo
siempre ha existido el arte abstracto y geométrico. En las guardas del
arte precolombino, en el arabesco de los muros árabes y en detalles de
pinturas de Rembrandt, de Goya, de los impresionistas y en el siglo XX.
Por lo tanto, no nos preocupa la forma, sino el color.
Lawrence Alma Tadema (1836 - 1912)
Armonía social, colectivo e individual
Como
todo tiene que ver con todo, es imprescindible hablar de la armonía
asociadas a otros ámbitos que no son los artísticos y que nos ayudarán
(creo yo) a comprender porque en el arte es un bien tan preciado.
Una
sociedad está en armonía cuando sus habitantes se respetan y cumplen
las leyes que determinan una convivencia civilizada, cosa difícil de
lograr si existen desigualdades sociales, corrupción generalizada y
falta de justicia. Pero como todo empieza por casa, antes de lograr la
llamada paz social está el desafío que plantea lo familiar. La falta de
amor, la traición, la violencia despótica, el autoritarismo de los
padres hacia los hijos y la rebeldía de éstos hacia sus progenitores
hacen que el “hogar dulce hogar” sea sólo una utopía.
Por
último, está la pretendida armonía individual. Esa quimera interior que
muchos añoran como si fuese un paraíso perdido y que no existe porque
dentro nuestro siempre hay un dios y un demonio en conflicto. Y que la
paz que algunas veces logramos con tanto esfuerzo no es más que un
efímero suspiro.
Edward Burne-Jones (1833 - 1898)
Sólo nos queda el arte
Dicho
esto, es más fácil lograr obras de arte que sociedades armónicas. Una
pintura es el resultado de la decisión de una persona con talento. En
una sociedad, en cambio, son diversas voluntades enfrentadas; muchos
intereses en pugna que dificultan una convivencia respetuosa.
La
armonía en el arte, entonces, es el resultado de un ideal utópico
inexistente en el mundo de los seres humanos. Son cualidades inmutables
que el artista transfiere a la obra de arte y que la ha convertido en un
objeto inalterable desde el comienzo del arte. Muchos ejemplos hacen de
una pintura un objeto familiar pero inalcanzable por los valores que
representa: equilibrio, complemento, atracción, respeto, amor, unidad,
proporción... o sea, armonía. Una obra de arte es un objeto feliz.
Jean-François Millet (1814 - 1875)
¿Y cómo se logra?
El
personaje “bueno” y el personaje “malo” en el cine, en la literatura o
en el teatro son opuestos pero complementarios. Se necesitan para que la
trama pueda desarrollarse. En la pintura, en la música y en la danza no
hay bueno ni malos. Los objetos principales y secundarios no se
repelen, el sonido y silencio se necesitan y la sutil delicadeza de una
bailarina también convive con los saltos acrobáticos. Es lo masculino y
lo femenino unidos por la pasión de un instante de felicidad. Sólo que
en las artes plásticas ese momento queda “congelado”.
Salvador Dalí ( 1904 - 1989)
Armonía cromática
Desde
el Barroco (siglo XVII y XVIII) en adelante, la armonía cromática fue
en base a los marrones, negros, ocres, amarillos y blancos. Una paleta
muy controlada que no permitía colores fríos; en especial los azules y
verdes. Pero sí bien el círculo cromático estaba acotado, los valores
tuvieron un fuerte protagonismo. Grandes contrastes entre zonas oscuras y
claras. Negros plenos y figuras emergiendo desde la noche dieron forma a
un tenebrismo muy propio de esos siglos cuando lo religioso como tema
había abandonado la luminosidad del Renacimiento y, también, se
comenzaba a representar el mundo rural y sus campesinos. Esto lo vivimos
en especial en Caravaggio, en Rembrandt, en Murillo y en Goya. Después
llegó el neoclasicismo y los prerrafaelistas que abandonado el
claroscuro pero mantuvo la paleta, porque eran los mejores colores que
ayudaban a la armonía del cuadro.
El realismo de a mediados del siglo XIX vuelve con la temática rural (Jean-François Millet) y mantiene la paleta de marrones.
Dino Valls (1959 - )
La explosión
Recién
con la llegada del Impresionismo las cosas cambian diametralmente.
Entra la luz con todo su esplendor e ilumina de colores el cuadro. Pero
la armonía cromática, que hasta ese momento estaba tan “amarrada”, no se
reciente. A pesar de la protesta de los académicos, los cálidos con los
fríos comienzan a convivir en armonía, permitiendo la diversidad. Y en
esa diversidad está lo maravilloso del arte del siglo XX. No en la
belleza de sus propuestas, sino la explosión creadora que nos ha dado
las pinturas más feas y esplendorosas en la historia del arte.
La
pintura del siglo XX es multirracial, multicromática, multiformal.
Logró obras magníficas y otras espantosas. Pero ése es un tema para una
próxima entrega.
Jeffrey Larson (1962 - )
Resumiendo:
1) Eres un pintor antes que nada. Si eres abstracto sigues siendo un pintor porque trabajas con pigmentos.
2)
Una vez resuelta la composición, busca una paleta cromática que sea de
colores cálidos o de colores fríos (investiga sobre la etapa azul y
marrón de Pablo Picasso).
3) No hagas una pintura “colorinche” mientras no aprendas las ventajas que te da la armonía cromática.
4) Se prudente. Armonía no significa que todo este igual y que los protagonistas desarrollen el mismo papel. Eso es aburrimiento.
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